Desde muy pequeños/as la magia del fútbol envuelve a la mayoría de los seres humanos, donde sea: Oriente, Occidente, América. No existe ni existirá un deporte mas globalizado que este. Y pareciera que en muchos casos, “cargamos” con nuestras herencias futboleras, y así sucesivamente hijos, nietos en tantos casos, seguirán firmes a ese amor a una divisa. ¿Qué representa una camiseta del club de nuestros amores?: es la esencia, la raíz para toda la vida. Esos colores serán el ADN que nos identificará allí donde nos encuentre la vida.

Los años nos llevarán de niño a adultos/as, consecuencia lógica y natural: pero siempre, eternamente siempre cuando juegue “nuestro equipo” estaremos pendientes de un resultado, de los goles de nuestros ídolos que transitan estadios con miles de seguidores. Y gritaremos, seremos felices y/o sufriremos cuando las derrotan dan su presente. Muchos/as coleccionaremos divisas y si vienen con el aditamento de autógrafos? Directo al encuadre: ¡trofeo de aquellos! De lo contrario serán compañeras en partidos de dudosa “profesionalidad”, ¿regalarlas? ¿Intercambiarlas?… antes la vida! ¡Son nuestras camisetas!

Las divisas antiguas encerraban a todo ese bagaje de sueños que seguramente tenían impresas, con el sudor de la contienda. Telas gruesas, sin publicidades que hoy tanto afean al real colorido de las mismas. ¿Para nosotros? La azulgrana es la mas bella de todas, viene desde los inicios, con toda la prosapia de profesionales auténticos. ¿después? La casaca de la Nacional de cada uno de nosotros. Y esperamos a los Mundiales, deseosos de ver coronarse a la misma…como la mejor de todas: allá en lo alto ondea la bandera representativa.

Y surgen evidencias de todo lo expresado: nuestro ídolo máximo: Lionel fue parte de una vivencia de alto contenido emotivo: año 2016, se recuerda al niño Afgano, admirador de Lío, que mediante una bolsa de residuos, “confeccionara” una camiseta albiceleste, número 10 y el “Messi” escrito con la inocencia de un chaval de 6 años de edad. Eso es amor, consecuencia, identificación con aquel que deslumbra al mundo desde sus gambetas y goles. Murtaza Ahmadi es su nombre y apellido: y tuvo su sueño cumplido: camiseta del Barcelona y otra de Argentina…¡mas salir al campo de juego junto al ídolo! ¿Que mas puede pedir un niño a esa edad? Después…el odio irracional le trajo problemas. El seguramente atesora a esas camisetas como a un tesoro eterno. El fútbol cumplió un objetivo mas: la sonrisa de un pibe, chaval…o como se les ocurra recordarlo.

Claro, para quienes no sientan, no vivan al balompié como tantos de nosotros, seguramente denostarán estos hechos. ¡No saben cuanto pierden! Todo es mas simple de cuanto nos imaginamos.

¡Gracias, Barça, por regalarnos tan bella casaca!

Néstor Nanni

Colaborador

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